CUENTO DEL RICO MISERICORDIOSO
En
un pueblo vivía un hombre muy rico, tal era su riqueza que ni él ni sus
empleados sabían cuántos bienes poseía. Él, nunca salía de su mansión ya que
era un lugar fabuloso, rodeado de lujos, con habitaciones enormes, bien
condicionadas, y, con una vasta zona verde rodeando la bella casa, naturaleza que
en ningún lugar se hallaba.
El
hombre, un día se puso a pensar como sería la vida saliendo de su mansión, pues
nunca lo hacía por miedo a la inseguridad y a los peligros que podría correr por
tener tanta riqueza. Después de reflexionar un poco, llamó a sus empleados más
queridos para pedirles que prepararan la carroza con los mejores caballos,
porque saldría a dar una vuelta por el pueblo, pues anhelaba observar otro
panorama y quería romper los esquemas
que lo ataban de permanecer siempre en su mansión.
Efectivamente
después de esperar un corto rato, sus empleados lo llamaron para que subiera al
carruaje, emprendieron el viaje, y él,
muy gustoso se subió. Todo marchaba sobre ruedas mientras aún permanecía la
carroza andando por predios de su mansión hacia el encuentro con el pasaje que
lo llevaría rumbo al lugar desconocido,
el hombre, permanecía con los ojos bien abiertos para observar lo nuevo que
encontraría en la aventura. Y así fue.
Cuando ya estaba fuera de sus predios donde
todo era bello y hermoso, el hombre comenzó a observar otra realidad: vio niños
descalzos por la calle corriendo al lado de su carroza pidiendo algo de comer,
suplicando a gritos que alguien se apiadara de su pobreza. También encontró
ancianos abandonados en la calle, enfermos y llorando de dolor, miró las dos
calzadas y vio como salían las mujeres de sus casas muy desarrapadas, con cara
de sufrimiento y con lágrimas que salían de sus ojos, pero él no sabía por qué.
Mientras seguía el recorrido el hombre rico, solo pudo observar un panorama
desolador que lo confundió, entristeció, y lo llevó a tomar decisiones
importantes para su vida, ya que aquella salida lo hizo ver la vida con ojos
nuevos, sabía que mientras él gozaba de comodidades, otros sufrían porque no
tenían nada, y, determinó que eso no era justo, además, pensó,
¿qué me vendrá después de la muerte? y
recordó que a donde va, nada lleva.
Por
unos instantes detuvo su carroza y pidió a sus empleados que le ayudaran a
organizar a todas las personas que a su paso pedían socorro, les dijo: Yo no
puedo seguir viviendo en medio de tanto lujo y confort, mientras otros se
mueren de hambre y sufren por diferentes causas. Es preciso cambiar mi estilo
de vida y ayudar a todos estos necesitados. Así fue, los empleados reunieron
todas aquellas personas necesitadas y el hombre rico se las llevó en una caminata
hasta su mansión, allí les habló del deseo que sentía de ayudarlos y que
estuvieran todos bien. Fue así como les ofreció vivienda, alimentación, estudio,
y, trabajo para los adultos. Además, les
dijo que trabajaran en sus predios sembrando, cuidando ganado, manteniendo viva
la naturaleza, viviendo todos en paz, armonía y valorando la ayuda que les
ofrecía.
A
partir de ese día, todos los necesitados del pueblo aceptaron la oferta del
señor rico, pues sabían que allí la vida les sonreiría, solo necesitaban ser
agradecidos y obedientes con el nuevo amigo, todos muy juiciosos empezaron a
trabajar y cumplían fielmente los trabajos que el señor delegaba, excepto los
niños, quienes se dedicaron a recibir educación. Allí, y desde ese momento, la vida les cambió, vivieron todos muy
felices, con lo necesario para sobrevivir y continuar su paso por esta tierra,
dejando la tristeza y viviendo en la alegría, saciando su hambre y sed, con
mejores vestidos, corrigiéndose unos a otros y recibiendo consuelo y consejo de
aquel señor tan bueno, que vio en sus rostros sufrientes, a Dios disfrazado de
niño pidiendo auxilio, de anciano abandonado y de mujer sufriente que le pedía
que lo cuidara y ayudara. Todos vivieron muy felices, sabiendo que la
misericordia del Señor es eterna.
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