jueves, 12 de junio de 2014

CUENTO DEL RICO MISERICORDIOSO

En un pueblo vivía un hombre muy rico, tal era su riqueza que ni él ni sus empleados sabían cuántos bienes poseía. Él, nunca salía de su mansión ya que era un lugar fabuloso, rodeado de lujos, con habitaciones enormes, bien condicionadas, y, con una vasta zona verde rodeando la bella casa, naturaleza que en ningún lugar se hallaba.
El hombre, un día se puso a pensar como sería la vida saliendo de su mansión, pues nunca lo hacía por miedo a la inseguridad y a los peligros que podría correr por tener tanta riqueza. Después de reflexionar un poco, llamó a sus empleados más queridos para pedirles que prepararan la carroza con los mejores caballos, porque saldría a dar una vuelta por el pueblo, pues anhelaba observar otro panorama y quería  romper los esquemas que lo ataban de permanecer siempre en su mansión.
Efectivamente después de esperar un corto rato, sus empleados lo llamaron para que subiera al carruaje, emprendieron el viaje, y  él, muy gustoso se subió. Todo marchaba sobre ruedas mientras aún permanecía la carroza andando por predios de su mansión hacia el encuentro con el pasaje que lo llevaría rumbo al  lugar desconocido, el hombre, permanecía con los ojos bien abiertos para observar lo nuevo que encontraría en la aventura. Y así fue.
 Cuando ya estaba fuera de sus predios donde todo era bello y hermoso, el hombre comenzó a observar otra realidad: vio niños descalzos por la calle corriendo al lado de su carroza pidiendo algo de comer, suplicando a gritos que alguien se apiadara de su pobreza. También encontró ancianos abandonados en la calle, enfermos y llorando de dolor, miró las dos calzadas y vio como salían las mujeres de sus casas muy desarrapadas, con cara de sufrimiento y con lágrimas que salían de sus ojos, pero él no sabía por qué. Mientras seguía el recorrido el hombre rico, solo pudo observar un panorama desolador que lo confundió, entristeció, y lo llevó a tomar decisiones importantes para su vida, ya que aquella salida lo hizo ver la vida con ojos nuevos, sabía que mientras él gozaba de comodidades, otros sufrían porque no tenían nada,  y,  determinó que eso no era justo, además, pensó,  ¿qué me vendrá después de la muerte? y recordó que a donde va, nada lleva.
Por unos instantes detuvo su carroza y pidió a sus empleados que le ayudaran a organizar a todas las personas que a su paso pedían socorro, les dijo: Yo no puedo seguir viviendo en medio de tanto lujo y confort, mientras otros se mueren de hambre y sufren por diferentes causas. Es preciso cambiar mi estilo de vida y ayudar a todos estos necesitados. Así fue, los empleados reunieron todas aquellas personas necesitadas y el hombre rico se las llevó en una caminata hasta su mansión, allí les habló del deseo que sentía de ayudarlos y que estuvieran todos bien. Fue así como les ofreció vivienda, alimentación, estudio, y,  trabajo para los adultos. Además, les dijo que trabajaran en sus predios sembrando, cuidando ganado, manteniendo viva la naturaleza, viviendo todos en paz, armonía y valorando la ayuda que les ofrecía.


A partir de ese día, todos los necesitados del pueblo aceptaron la oferta del señor rico, pues sabían que allí la vida les sonreiría, solo necesitaban ser agradecidos y obedientes con el nuevo amigo, todos muy juiciosos empezaron a trabajar y cumplían fielmente los trabajos que el señor delegaba, excepto los niños, quienes se dedicaron a recibir educación. Allí,  y desde ese momento,  la vida les cambió, vivieron todos muy felices, con lo necesario para sobrevivir y continuar su paso por esta tierra, dejando la tristeza y viviendo en la alegría, saciando su hambre y sed, con mejores vestidos, corrigiéndose unos a otros y recibiendo consuelo y consejo de aquel señor tan bueno, que vio en sus rostros sufrientes, a Dios disfrazado de niño pidiendo auxilio, de anciano abandonado y de mujer sufriente que le pedía que lo cuidara y ayudara. Todos vivieron muy felices, sabiendo que la misericordia del Señor es eterna.

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